Entró vestido de negro.
Saludó sencillo con una sonrisa tímida,
sin muchas palabras.
El cabello revuelto, alto, pálido, ojos oscuros.
Como un ser salido de algún otro mundo,
alguna otra dimensión vibrando a la par de esta misma.
El dia húmedo y gris,
lo había acercado casi levitando hasta las puertas del departamento.
Pide el baño y quiere lavarse las manos.
Charlamos o más bien responde con elegancia,
a las preguntas que con elegancia le ofrezco,
me devuelve la cordialidad, que le ofrezco,
las sonrisas que le ofrezco, y se recuesta boca arriba.
No vino a recibir nada, más bien a ofrecer.
-No quiero masajes,¿te puedo hacer sexo oral?-
-¿Te puedo besar en la boca?-
-Si tenes tu boca limpia, si ¡por supuesto!- le respondo
Siento una mezcla de ternura cada vez que un hombre pregunta esto.
Se supone que soy una trabajadora sexual,
los besos, mimos, caricias y demas yerbas deberían ser obviedades del servicio.
(Así como también su higiene)
Los besos...
No imagino que una mujer no pueda besar al hombre que acude a un servicio sexual.
y paga.
Los besos...
deben ser lo más inocente del sexo en la cama.
¿Cómo se dice que nó a los besos?
Me siento entre sus piernas y con una mano esparzo crema en todo su sexo,
voy subiendo hasta su abdomen, mis manos se adentran en su pecho,
y en un movimiento marjaryasana,
asciendo con besos hasta su cuello,
el contorno de su cara, y alcanzo sus labios,
tal como lo quería,
tal como me lo pidió,
exactamente por lo que vino.
Sus manos reaccionan y sostienen mi cintura,
los besos van y vienen como un boomerang,
Y en un solo movimiento,
me ata a su antebrazo y gira,
ya está sobre mí.
Las pequeñas somos fáciles de disponer.
Su boca recorre mi cuello,
cada uno de mis pechos lentamente descendiendo,
puedo sentir su perfume
y el reborde de sus labios en mi entrepiernas,
cierro los ojos, porque no quiero dejar de sentir,
me concentro porque no soy un robot,
no me gusta trabajar como uno.
Su lengua transita el camino de mis labios,
los menores, los mayores,
toda mi intimidad,
mis piernas tiemblan, en breves espasmos,
y me dejo llevar.
Sus dedos impecables y palidos entran en mi,
mientras mis manos se apoyan sobre su cabello despeinado,
gimo, gimo, gimo, y termino en éxtasis,
y no soy La Venus de Milo.
Soy Bianca de piel y huesos.
Sin darme cuenta,
él está preparado, protegido,
como todo un ser humano responsable,
listo para entrar en mi.
Me adhiere a su pecho,
siento su respiración en mi oído
busca mi boca y la encuentra,
me besa se adentra aún más, más, y mas,y mas,
hasta que en un solo sonido,
acaba.
Y se recuesta suavemente sobre mi.
...
Hombres así no faltan, y tampoco sobran,
solo hay que dejarlos ser.
...
@pensamientosdebian
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