El camino del caminante, tiene baches,
piedras, ramas, arenas movedizas.
Caminos que parecen seguros, pero son hojas que ocultan alguna trampa.
El caminante camina y aprende.
Aprende a mirar,
tantear, retroceder, esquivar, protegerse.
Conoce su camino de memoria, el camino más cómodo.
Sale a campo abierto, a descubrir el sol, cada día,
Aunque algunos días, llueve.
Llovió uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete ocho nueve y diez,
y ha pasado un mes....
El caminante está encerrado,
no puede caminar su camino,
ya no puede ver los baches, ni las piedras,
ni las ramas, ni las trampas.
Tampoco el sol, todo es intangible,
inundado en agua y barro.
Y pasa otro mes.
60 días sin la luz del sol. El caminante se desespera.
No puede salir a ver, salir a buscar, salir a aprender.
De repente se sorprende el día 62.
Un rayo de sol vuelve a brillar.
Se ve desesperado,
se acomoda la chaqueta, pantalón, medias, zapatos,
y abre la puerta.
Corre buscando su camino preferido, pero...
No lo encuentra.
¡¿Dónde está?!
¡Hace años que vive en el mismo lugar,
y nunca antes una lluvia tan densa lo había escondido de esta manera!,
¿Dónde está este camino preferido?
Vuelve a investigar y decepcionado decide abandonar su búsqueda.
Se sienta entre la maleza sobre una piedra mojada,
mira la espesura del bosque, y piensa:
-Volveré a empezar-.
Desde cero.
Aunque esta vez...
sin creencias limitantes.
Bianca
@pensamientosdebian
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