¡Buen día queridos lectores!
Hace algunos días pude leer en un feed de instagram un artículo sobre la promiscuidad.
Hoy quisiera dejarles una breve reflexión, sobre la misma, un pensamiento propio, con el cual algunos coincidirán y algunos otros no.
Se ha podido observar desde un tiempo de la historia del humano a esta parte, el mal tinte que tiene esta palabra entre la sociedad, algo así como una mancha en la blusa más fina, hecha por salsa de Wasabi.
Algo así como tener la costumbre de ir todos los viernes al mismo restaurante a comer Sushi y retirarse cada vez con la misma mancha, en cualquier sector de tus prendas.
Se dice que la promiscuidad es la característica clave de narcisistas, sociópatas y psicópatas.
¡Y es cierto!, cualquier trabajadora sexual sabe que no es lo mismo coger con un TPA (trastorno de la personalidad antisocial) que con un EMPÁTICO.
Las diferencias son abismales, y desde el minuto uno en que la persona entra a la habitación (incluso antes, en la charla previa), una trabajadora sexual (con conocimiento en psicología, buena observación, y un poco de cerebro), puede identificar fácilmente al EMPÁTICO del HOMBRE ROBOT (como yo les llamo).
El punto es que en este post no voy a hablar de características del narcisista sino que vengo a enfocarme en la promiscuidad.
La promiscuidad puede ser una de las características de estos seres extraños con incluso una química cerebral distinta a la de los empáticos; pero QUIERO RECALCAR QUE LA PROMISCUIDAD NO SIEMPRE ES UN RASGO DE PERSONALIDADES SOCIOPÁTICAS.
Detrás de una persona promiscua no siempre vas a encontrar a un tpa , aunque detrás de un tpa siempre vas a encontrar promiscuidad.
La promiscuidad, que tanta mala fama tiene, no es algo tan distante de cualquier persona,
se encuentra en todo tipo de gente:
Más sociales, menos sociales, más empáticas, menos empáticas, más tímidas, más libres, en las que menos muestran, en las que más muestran, en las más reservadas, en las más demostrativas, la promiscuidad puede ser algo tan común como una etapa de tu vida.
Una etapa que no necesariamente llegó para quedarse.
Hace unos días, hablábamos con Eze, sobre la represión sexual,
y las manchas mentales que crean en cada ser humano.
De hecho siempre que nos encontramos hablamos de los mismos temas,
nos gusta abordarlos,
porque coincidimos una y otra vez en que gran parte de los problemas mentales de la sociedad,
se dan gracias a la represión sexual:
Angustia emocional, problemas de autoestima, ansiedad y depresión, y trastornos en la conducta sexual, doble personalidad, hipocresía.
La promiscuidad no sería la solución a la represión sexual, pero cuando llega no llega porque sí, y llega para ser escuchada.
Lo digo porque lo he vivido y porque ahora misma lo vivo;
más allá de apuntar con el dedo a la promiscuidad, existe el camino en donde una aprende y descubre cosas de sí misma justamente pasando de partenaire en partenaire.
No estoy diciendo que sea la solución a.... sino que cuando llega... es el camino a......
Personalmente creo que ningún ser humano tiene el derecho de decirle al otro cuanto le conviene coger por día, o con cuántos, ni con quién sí y con quién no.
He conocido amas de casa, liberarse por completo ofreciendo un show espectacular en portaligas, y colgadas del caño, con una improvisación al estilo Demi Moore en "Streptease".
Coger alrededor de 15 tipos por noche, completamente desatadas, después de haber vivido 20 años casadas con la misma chota aburrida.
Así que,¿quién puede determinar cuánto bien o mal le está haciendo la promiscuidad a ésta persona, en ése momento de su vida?, ¿quién puede conocer su historia y juzgarla, o juzgarlo?
Creo que la promiscuidad es un proceso y si sabes observarlo detenidamente vas a entender porque llegó y en un futuro poder equilibrarlo.
Equilibrar las ganas locas de querer coger todos los días.
Claramente cuando llega para quedarse de por vida, también te destruye.
Yo misma hace unos cuantos años atrás,
tuve que lidiar con sentimientos de despersonalización,
entender quién era YO realmente:
Si Luna, Cielo, Pepa, Juana o quién carajos se miraba al espejo cada vez que me despertaba;
¿la trabajadora sexual, la que estaba ejerciendo la labor? ¿Estaba mal que me gustara garchar con mis clientes? y ¿a quién de todas las que había personificado les gustaba?
Yo misma tuve que entender de la mano de un psicólogo,
quién era, porqué este trabajo era el más cómodo para mi vida,
tanto económica como emocionalmente,
y la distancia que me ayudó a tener con la gente, cuando alguién me quería amar y entablar alguna relación más allá de la de cliente y cortesana.
Pasaron años enteros en donde me retiré del rubro, dejando viejas amistades, y costumbres, sólo para encontrarme, casi alrededor de cinco años completos sin sexo.
Pasé de usar jeans ajustados a prendas anchas, y a querer pasar desapercibida,
porque estaba abrazándome a mí misma.
No me malentiendan, no fue una época triste, fue un proceso que disfruté muchísimo.
Disfruté mi tiempo de guardarme, y hacer otras cosas.
Quería estar concentrada con mi cuerpo y alma,
y cerrarlo todo,
para estar conmigo misma ahí dentro, y era un proceso.
Siempre supe que en algún momento las ganas de sentir placer sexual iban a reaparecer, pero todo a su tiempo, todo a mí tiempo.
Así que créanme cuando les cuento que de esto se bastante.
Y creo que después de todo esto y en éste presente mio, puedo sacar unas cuantas enseñanzas.
La primera y la más importante para mí, es la de saber y tomar conciencia de que no vas a ser el mismo mañana.
No sos el mísmo que fuiste ayer...
ni la muerte te va a encontrar siendo el mísmo que fuiste el mes pasado.
Somos seres cíclicos: Solemos pensar que descubrimos un nuevo método en algo, pero lo cierto es que ese nuevo método será reemplazado en el futuro, por otro.
Ni mejor, ni peor, sólo distinto, por el simple hecho de que el tiempo transforma la materia, y dentro de la materia están nuestros pequeños y grandes cerebros, con nuestras pequeñas y grandes ideas.
La promiscuidad es tan mala y tan buena como el celibato
(¡y mal que no lo sepan los curas!),
Ambos son procesos en donde nadie debería estancarse.
Porque sea para la promiscuidad, como para la costumbre de ver Netflix todas las noches, ESTANCARSE SIEMPRE ES MUERTE.
Viví para autodescubrirte, cada día, y desprendete de costumbres que remansen tu vida.
Con el mismo cariño de siempre
Pequeña Bianca
(hodie scio quis sum)
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