El Jardín Invisible del Aroma
En el silencio íntimo de la mente,
donde el mundo exterior se desvanece,
se abre un jardín etéreo, persistente,
que solo con el olfato florece.
No hay brisa que lo meza, ni sol que lo caliente,
solo la esencia pura, sin disfraz ni velo,
cada aroma es un eco, un alma refulgente,
que asciende desde el sueño, hacia el anhelo.
Inhalo la memoria de un tiempo ya vivido,
el rastro suave de piel que aún persisto,
un perfume prohibido, jamás percibido,
que en cada fibra el placer hace quiebro y rito.
Respiro la promesa de un encuentro futuro,
el aire cargado de un deseo latente,
el dulzor de un suspiro, secreto y puro,
que en la imaginación se vuelve presente.
Es el olor de la piel que el alma anhela,
el rastro tibio de un beso demorado,
la fragancia que embriaga, que desvela,
el íntimo placer, en el aire grabado.
Así, sin materia, sin flor ni incienso,
el olfato construye un universo propio,
donde cada bocanada es un momento intenso,
la esencia del deseo que el alma por el cuerpo ha soñado.
Nico.
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Pequeña Bianca
@pensamientosdebian
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